La primera semana de la guerra arancelaria global desatada por el presidente Donald Trump ha dejado más incógnitas que certezas en Colombia. No obstante, el ambiente de ruptura en los códigos tradicionales del comercio mundial es palpable. Y una de las preguntas a resolver en Bogotá se centra en el futuro del Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado por los dos países en 2012. El tributo de aduana del 10% decretado por Washington supone una amenaza a la economía local. Y obliga al Gobierno del presidente Petro a repensar la estrategia para lidiar con la Casa Blanca. ¿Qué pasará en 90 días, cuando termine la pausa anunciada por la gran potencia el miércoles de esta semana?
Una cuestión compleja. Lejos de las especulaciones, que en general plantean los peores escenarios, hoy queda claro que los dientes legales del TLC han perdido firmeza. Lo dicen varios expertos. Luis Carlos Reyes, exministro de Comercio de este Gobierno, señala que Estados Unidos lo ha incumplido de forma dañina. “No hay debate. Es un síntoma, quizás, de que la base jurídica de los acuerdos es relativamente endeble. Y de que las consecuencias de violar un tratado internacional no son tan escandalosas como se percibe en Colombia”, afirma el también exdirector de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN).