La valorización del metal dorado marca una tendencia global con efectos concretos sobre las exportaciones, los contratos internacionales y la acumulación de reservas
El oro no solo representa una mercancía con alto valor agregado, sino también un factor de ajuste en la estrategia macroeconómica de muchos países.
El oro superó este abril los 3.100 dólares por onza, su valor más alto de la historia, y se encamina a cerrar el mejor trimestre desde 1986. En un escenario global marcado por la incertidumbre económica, tensiones geopolíticas y una búsqueda constante de refugios financieros, este metal precioso vuelve a ocupar un rol central en la dinámica del comercio exterior.
La valorización sostenida de este activo tradicional no solo refleja el comportamiento de los mercados financieros, sino que también genera impactos concretos en el flujo de operaciones internacionales, en la estrategia comercial de los países exportadores e importadores y en la toma de decisiones a nivel gubernamental y empresarial.
