Colombia, tradicional aliado de Estados Unidos en Latinoamérica, ha firmado este miércoles un acuerdo con China para adherirse a la Nueva Ruta de la Seda, el megaprograma de inversiones e infraestructuras con el que el país asiático busca expandir su influencia global. La rúbrica ha tenido lugar en Pekín tras un encuentro entre el presidente colombiano, Gustavo Petro, y el chino, Xi Jinping. “Ya entramos a la Ruta de la Seda”, ha celebrado Petro en un comunicado oficial.
La adhesión de Colombia supone un nuevo avance de los intereses de China en la región latinoamericana, en un momento en el que numerosos países, golpeados por la furia arancelaria de Donald Trump, recalibran sus lazos comerciales y diplomáticos.
Si la Nueva Ruta de la Seda —una iniciativa que Pekín lanzó en 2013 y a la que ya se han incorporado 140 países— se toma como un termómetro de la rivalidad entre Washington y Pekín en tiempos de Trump, el nuevo socio del club, Colombia, iguala el resultado: uno a uno. En febrero, Panamá anunció que abandonaba la Iniciativa de la Franja y la Ruta (nombre oficial del programa) tras la intensa presión de la nueva Administración estadounidense. El país centroamericano dio a conocer su decisión un día después de la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio. “China está operando el canal de Panamá, pero no se lo dimos a China. Se lo dimos a Panamá, y lo vamos a recuperar”, había advertido Trump en su investidura.